Alguna manera de regresar a Ítaca

Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,

que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar;
vio muchas ciudades de hombres y conoció su talante,
y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando
de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.
Mas no consiguió salvarlos, con mucho quererlo,
pues de su propia insensatez sucumbieron víctimas,
(…)
Homero, La Odisea


Alguien dijo una vez
 Que yo me fui del barrio…
¿Cuándo?
¿Pero cuándo?
Si siempre estoy llegando,
(…)
Aníbal Troilo, Nocturno a mi barrio

Cuando emprendas tu viaje a Ïtaca  pide que el camino sea largo,  lleno de aventuras, lleno de experiencias.  No temas a los lestrigones ni a los cíclopes  ni al colérico Poseidón,  seres tales jamás hallarás en tu camino,  si tu pensar es elevado, si selecta  es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.  Ni a los lestrigones ni a los cíclopes  ni al salvaje Poseidón encontrarás,  si no los llevas dentro de tu alma,  si no los yergue tu alma ante ti.
(…)
C. P. Kavafis, Ítaca 


Supe entonces que los quirófanos son como las torres de vuelo. Los grupos esperan que salga o entre el próximo y todos se ajustan a la circulación de camillas, como un teatro con muchos artistas, sí, como aviones que despegan bajo las luces del bisturí y aterrizan del otro lado del miedo.
No pude prever  las batas de colores, los pañuelos verdes o con sonrisas smile que cubren el cabello y los comentarios banales, alegres, distendidos, sobre vacaciones y fútbol. En un momento sentí que los integrantes de la sala de operaciones eran como músicos de jazz, preocupados por la lista de temas, el hombre al que se debe colocar clavos en el pie, el parto por cesárea, la mujer que necesita una punción para saber qué anda mal en su rodilla.
Porque en el momento de tocar, o de operar todo es instinto aprendido, pura inspiración, la suspensión del pensamiento hecho práctica.
Sí me sentí desnudo, por primera vez sin ningún control sobre palabras o actos, los brazos abiertos en crucifixión de líquidos y sensores como en el terrible final de Dead Man Walking (1): quizás la imagen más cercana porque en esos momentos, aunque nos den datos de tranquilidad sabemos que el perdón es una idea misteriosa que está tan dentro de uno mismo que a veces es invisible.
En algún momento todo cedió y el avión llegó y me depositó en esa tabla de náufrago que es la cama de un hospital, que no podés ni abandonar ni huir hasta llegar a algún lugar que adelante te lleve el tiempo.
En Inside Llewyn Davis, la pelicula de los hermanos Coen (2) el regreso es improbable e inútil, las voces de las sirenas hacen estrellar a Llewyn Davis, (Oscar Isaac) una y otra vez, la tormenta, su pensamiento que vuelve sobre su extraviado amigo, otra vez perdido en la nieve, que cuando se ha olvidado todo permite hundirte un poco más.
Como si todo fuera un largo viaje de regreso a tu patria, sea cual fuera esta, como un gato que se pierde continuamente y se llamara Ulises, para cantar y repetir el mismo momento en un bar en donde el dueño no te escucha.
En la clínica, a la noche, tras las paredes apagadas, la mujer con voz de anciana, gemía, pedía, llamaba e imploraba, una y otra vez., supe que estaba hace tiempo porque conocía el nombre de los enfermeros. En el dolor comencé a pensar qué haríamos en ése momento. Quiénes somos, y a dónde volveríamos desde nuestra camilla de náufragos. Viajar y quedarse o volver al barrio, a la persona que se fue, a la patria…volver…
¿Resignarse o pelear? Como Kirk Douglas frente al cíclope en Ulises, (3)  La señora parecía decidida a combatir aunque sus palabras no tuvieran sentido: pelear para decir que alguna vez se sintió hermosa, que enseñaba inglés y tomaba el té en La Ideal y que le gustaba la poesía y la filosofía. Pelear contra el tiempo, por las razones equivocadas, en el espacio estéril, pelear con lo último que queda pero pelear: Implorando volver, regresar al lugar, al tiempo que fue feliz;  que el enfermero venga y que sepa qué pasó, para que algún Sancho Panza la tome en sus cuentos y la cuente, para que alguien  cuente cuánto brillaba su armadura, cuántos molinos de viento enfrentó, cuánto rió y entonces que alguien rescate el sol de los fondos de su historia.


Roberto Camarra, 10 de marzo de 2014.

(1) Mientras estés conmigo. Dead Man Walking. (1995. USA). Dirigida por Tim Robbins. Con Susan Sarandon y Sean Penn.
(2) Balada de un hombre común. Inside Llewyn Davis. (2013, USA). Dirigida por Joel y Ethan Coen. Con Oscar Isaac, Carey Mulligan y Justin Timberlake.
(3) Ulises. (1954. Italia, Francia, USA) Dirigida por Mario Camerino y Mario Bava. Con Kirk Douglas y Silvana Mangano.

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