El Fotomatón de los Recuerdos en El Recoleta.


Hace unos años, hacia 2012 y por una razón ajena a nuestra voluntad, se realizó la última muestra anual de alumnos y cesaron las muestras anuales para los participantes de los cursos del Centro Cultural Recoleta que se llevaban a cabo con el trabajo ad honorem de los docentes del CCR y de los talleres de fotografía y que tenían una historia de décadas. 
Realizamos exposiciones en otros ámbitos, pero si hay algo que expreso del Recoleta, es que forma parte de mi identidad como la pertenencia es identitaria para la gente que trabajó en los talleres con nosotros, y para tantos otros, desde que ví por primera vez El Recoleta desde un ventanal de la Facultad de Derecho y algo parecido a un impulso me hizo salir de la facultad hacia Plaza Francia. De la historia de los colectivos que me llevaban desde otros sitios eran en el último trayecto del viaje, el 67 o el 17 para ir a ver las puestas de la Organización Negra, para dar clases o recorrer las muestras de arte contemporáneo en sus salas, asistir a puestas teatrales o escuchar bandas o simplemente salir a las terrazas a ver algo de lo que todavía es nuestro: el cielo y las tardes.
Pasado el tiempo en el que todo cambió, pensé en cómo recuperar el sitios para exhibiciones para participantes sin trayectoria previa, si existía alguna manera de retomar un espacio como lo habíamos hecho durante tantos años: con la exigencia del material pero sin restricción, abierto pero a la vez no competitivo. Lo que es el arte del diálogo y de gente que en la mayoría de los casos se acercaba por primera vez en su vida a la posibilidad de producir para una exposición.
Primero la decisión fue de presentarme a una convocatoria pero hacerlo de manera grupal como una de las formas de perder el nombre a favor de algo colectivo: a una de las tantas convocatorias que se abren para realizar exposiciones o presentaciones en un espacio físico por un tiempo determinado. 
Así que intentamos unas veces, modificando el proyecto y al final logramos que nos seleccionaran, por dos días en el próximo octubre en el horario de la tarde.
Pensamos en principio en reproducir del sistema ritual de las exposiciones para que todos los que fotografían y han hecho talleres con nosotros regresaran y mostraran lo que están produciendo ahora, ya que es difícil producir para los actuales participantes al carecer de continuidad en los procesos, pero entonces lo concebimos mejor y decidimos dejar el ego detrás. Si iba a constituirse un colectivo para hacer, también íbamos a abandonar la discreta megalomanía de la producción personal y la obra en sí, apartarlas para quedarnos otra cosa: la forma de compartir aquello que nos pertenece y que no es más que memoria y amor.
Entonces proyectamos un encuentro con formato de feria sin nada que vender pero con la simple idea del intercambio basado en palabras. Una aproximación entre gente que se reúne por primera vez y en el que pudiera intervenir cualquier persona que lo deseara y que tuviera fotografías, imágenes, halladas o encontradas, producidas o robadas que les significaran algo importante. 
Con el único requisito de hablar por las fotos.
Un espacio en el que pudiéramos encontrarnos con gente que es fotógrafa y con la que nunca ha sacado fotografías, afuera de la curaduría y del entrenamiento: aquello que se guarda en algún cuaderno o álbum o cajón de la mesa de luz: la imagen de un futbolista autografiada, la de una estrella de cine en el salva pantallas, la imagen de la abuela en la billetera, fotos de amateurs e imágenes de profesionales, mostrar horizontalmente papeles de estudiantes y aficionados: voces distintas como banda de sonido de las fotos mudas.
Volver al objeto físico.
Fotos atesoradas del álbum familiar, o fotos halladas en un cesto de basura en la calle, fotos que no tomamos y en las que aparecemos por la voluntad de un fotógrafo anónimo y otras en papel en las que no aparecemos pero que lo significan todo; imágenes firmadas de ídolos de la música o de la televisión, imágenes de improbables parientes desconocidos, fotografías rescatadas que alguien halló en una bolsa olvidada o en una feria de anticuarios. Incluso aquello con lo que alguna vez hicimos click: animales o parejas o atardeceres o viajes; las casas que perdimos y las plantas que crecen en nuestro balcón.


Esto es el Fotomatón de los Recuerdos: 
Un feria de imágenes sin centro ni borde donde concurrimos a mostrar los rastros de nuestra existencia, la de los que nos precedieron y de los que ya no sabemos. 
Imágenes mudas a las que les gustaría hablar, contar las historias personales, preguntarse qué fue de ellas o incluso traer una ficción al centro de esto.
En mesas, cada participante está invitado a traer una caja, su caja mágica de fotos y hablar por ellas, les da la voz a esas fotos que hasta ahora permanecieron mudas.


Días: días 21 y 28 de octubre
Horarios: de 19 a 22 horas


Requisitos: puede participar cualquier persona con su álbum familiar o fotos de su producción personal o llevar fotografías halladas en la basura o imágenes ajenas de otras personas pero que le resulten significativas. Y hablar un poco de ellas. Habrá mesas dispuestas en formato de feria, para que cada uno utilice un stand por un rato para compartir con extraños.
Están invitados todos los que amen las fotografías y las historias que encierran.
¿Vos qué vas a enseñar?


Inscripción previa a: 
fotomatondelosrecuerdos@gmail.com


COLECTIVO 17
(Por ahora y sin carga en la sube)
Valeria Álvarez Cano Vale Valerita Alvar Nuñez – Roberto Camarra – Lucía Luna Lucia Luna
La desinteresada colaboración de María Mohorade Cardús y más pasajeros.


FOTOMATÓN DE LOS RECUERDOS
UNA OBRA DEL COLECTIVO 17
EN EL CENTRO CULTURAL RECOLETA


La foto es de autor desconocido. Probablemente yo, en la costa de Mar del Plata. Y pensando un poco, si fui yo, tal vez sea la primera foto que tomé.

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